Los pingüinos son adorables, pero también son máquinas de disparar heces

Publicado 3 agosto, 2020 por Pablo Carrera
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Hay animales que se han ganado el cariño humano por su forma de ser, su aspecto extravagante y su simpatía. Por supuesto los pingüinos son uno de ellos, pero además de adorables también son máquinas de disparar heces.

El primer estudio que habló sobre el tema ganó un Nobel en 2005 y resultó muy útil a los biólogos para mantener la distancia correcta y no verse salpicados.

Descubre con nosotros este curioso mecanismo y de que manera es utilizado:

Lo importante es mantener limpio el entorno de las crías

La noticia volvió a la actualidad cuando un equipo japonés publicó un nuevo artículo sobre el asunto. En él se podían encontrar numerosas páginas con cálculos y operaciones que venían a continuar el trabajo empezado en el estudio de 2005. Pero entre todas las fórmulas matemáticas que presentaron, se encuentra también el motivo por el que los pingüinos tienen el hábito de lanzar sus evacuaciones. 

Por lo general, estos animales son bastante sacrificados a la hora de proteger a sus crías. Trabajan en equipo y se turnan durante el cuidado del huevo: Mientras uno lo protege, el otro se dedica a cazar y conseguir comida.

Las guardias son largas, así que el animal necesita una manera de aliviarse lo más lejos posible. Y es que las heces de los pingüinos, debido a su alimentación, son corrosivas, lo que las hace peligrosas para ellos y para los recién nacidos. Entonces, cuanto más lejos mejor.

Sus nidos están rodeados de marcas en forma de líneas rectas. A simple vista podrían parecer un elemento decorativo, pero en realidad son los restos de las deposiciones. Según Science Channel, se trata de algo especialmente dramático cuando habitan en manadas y se «bañan» los unos a los otros al estar demasiado pegados.

Matemáticas aplicadas al lanzamiento de excrementos

En realidad, predecir la longitud máxima que puede alcanzar el peculiar lanzamiento es relativamente fácil. Nada demasiado alejado de las matemáticas básicas que se dan en el instituto.

Aplicando los datos necesarios, los investigadores estiman que los excrementos de un pingüino, situado al nivel del suelo, podrían alcanzar los cuarenta centímetros. Distancia que sería aún mayor si se encuentra, por ejemplo, en una roca. En este caso, podrían llegar al el metro y medio.

Como es lógico, son solamente aproximaciones y todo depende de numerosas variables físicas y biológicas.

Una investigación digna del Premio Nobel

El trabajo original fue reconocido con el prestigioso galardón en la categoría de dinámica de fluídos. El dictamen del jurado alababa la aplicación de los principios básicos de la física en el cálculo de la presión que se acumula dentro de estas aves.

En la investigación se explica que la presión interna se puede hallar si se conocen los siguientes parámetros: distancia alcanzada por el material fecal, densidad, viscosidad y altura del orificio sobre el suelo.

Para hacernos una idea de lo que implican los valores con los que trabajan los biólogos, hagamos un paralelismo con los humanos.

Pensemos que los pingüinos de tamaño medio (algo más de medio metro), que lanzan sus heces a más de ciento treinta centímetros, serían el equivalente a una persona alcanzando una separación de tres metros. Imagínate la fuerza que deberías hacer.

Esperamos que la próxima vez que te encuentres con un pingüino te acuerdes de mantener la distancia de seguridad, de lo contrario puedes acabar bañado en una sustancia poco agradable.

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