No es extraño ver como nuestros personajes preferidos del cine y la televisión acuden a realizar la colada en una lavandería de barrio o un cuarto de lavada comunitario en su mismo edificio. Una costumbre que en Europa y otros lugares del mundo nos resulta francamente extraña, pero que los americanos han interiorizado culturalmente.
Poco importa que el abaratamiento de la tecnología y la importación permitan encontrar este electrodoméstico a buen precio, simplemente prefieren no instalarlo en su domicilio. ¿Por qué?
La adopción doméstica de la lavadora marchaba viento en popa hasta que la gran depresión golpeó Estados Unidos y la gente decidió prescindir de lo que consideraban un auténtico lujo.
La laboriosa tarea de lavar la ropa a mano continuó, mientras que las lavanderías profesionales quedaron reservadas solo a las clases más pudientes.
El negocio tenía solo 4 lavadoras eléctricas, pero se hizo muy popular. La demanda fue tan alta que el dueño recuperó la inversión en tiempo récord.
De esta forma las lavadoras automáticas comenzaron a proliferar en todo el país, primero gestionadas por un dependiente y luego accionadas por monedas.
Poco a poco las lavanderías se transformaron en un centro local, en que realizar la colada en compañía de otras vecinas y amistades.
Los usuarios también percibían que este negocio les suponía un gran ahorro, no solo en el consumo de agua y electricidad, sino también en la compra y mantenimiento del electrodoméstico.
Con el precio por metro cuadrado por las nubes, reservar un espacio para la lavadora y la secadora en un mini apartamento resulta contraproducente, por no mencionar que la mayoría de los caseros establecen esta restricción por contrato, pues piensan que una avería o fuga de agua podría dañar gravemente la propiedad.
Solo las familias más acomodadas y con espacio suficiente disfrutan de un cuarto de lavada en casa, pero incluso ellos prefieren acudir a una lavandería automática para limpiar prendas grandes como cortinas y edredones.
En los últimos tiempos las lavanderías en autoservicio se han vuelto a modernizar, ofreciendo nuevos servicios a los clientes. Wifi, máquinas de refrescos y café, asientos cómodos, zona de lectura, zona infantil, televisores con videoclub a la carta y hasta Netflix. Y no es de extrañar, según datos de 2011, en EE.UU existen unas 35.000 lavanderías públicas con unos ingresos de 5 mil millones de dólares al año. Una cantidad nada despreciable.
Este artículo fue modificado el 22 agosto, 2019 6:49 pm