Si hablas con tu perro, tranquilo, no estás loco. Según la ciencia, es signo de ser muy inteligente

Publicado 29 septiembre, 2017 por Alberto Díaz - Pinto
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Si bien os han dicho alguna vez que estáis locos por hablar con vuestra mascota, plantas o incluso con vuestro coche, podéis estar tranquilos. Los expertos en la ciencia del comportamiento corroboran que se trata de algo completamente normal, mucho más ligado a la inteligencia que a la estupidez. 

Cuando los niños ponen nombres a sus juguetes y hablan con objetos inanimados, los adultos nos deleitamos con su adorable impulso hacia el compañerismo y su deseo de construir identidades. Sin embargo, cuando un adulto muestra este tipo de comportamientos, no está tan bien visto, socialmente hablando.

Las normas sociales dictaminan que asignar mentes humanas a objetos no humanos -un fenómeno conocido como antropomorfismo– es algo que debemos superar; después de la pubertad, los que todavía hablan con su conejito de peluche o ponen nombre a sus electrodomésticos se perciben como un signo de inmadurez, si no de locura. 

Pero hay una explicación científica de por qué los adultos antropomorfizamos, y está arraigada en la inteligencia, no en la ignorancia.

Un comportamiento más común de lo que pensamos

Nicholas Epley, profesor de ciencias del comportamiento de la Universidad de Chicago y posiblemente el mayor experto en antropoformimo del mundo, tiene una explicación muy interesante respecto a este tema:

«Históricamente, la antropomorfización ha sido tratada como un signo de infantilidad o estupidez, pero en realidad es un subproducto natural de la tendencia que hace que los seres humanos sean inteligentes en este planeta. No hay otra especie que posea esta tendencia«.

Epley explia además que, aunque nos demos cuenta o no, antropomorfizamos objetos y eventos todo el tiempo. Por ejemplo, a menudo nombramos a objetos como automóviles, instrumentos, barcos o cámaras, es decir, con aquellos elementos con los que desarrollamos relaciones especiales y consideramos extensiones de nuestras propias identidadesPero va más allá de nombrar: creemos que nuestro gato está actuando «descaradamente»; que el mercado de valores está «enojado» o «trabajando para recuperarse», y pedimos explicaciones a nuestro coche cuando no se enciende. 

Este es solo el subproducto de tener una cognición social activa e inteligente o, lo que es lo mismo, de tener un cerebro que está programado para ver y percibir las mentes.

Por qué lo hacemos

Según los expertos, existen 3 razones primitivas por las que podríamos antropomorfizar a objetos y animales:

  1. Puede tener, o parecer que tiene, un rostro humanoide.
  2. Puede ser tu amigo (ahí tu mascota, amigo fiel donde los haya).
  3. No eres capaz de explicar su comportamiento (como tu portátil cada vez que se reinicia solo)

Pero además, puede ser síntoma de algo muy distinto, la soledad. 

«Cuanto más solos nos sentimos, mayores posibilidades existen de desarrollar este tipo de comportamientos«, explica Epley.

La antropomorfización es una acción social completamente normal

Epley explica que las personas que hablan con objetos y animales no están locas, pues los mecanismos psicológicos detrás del antropomorfismo son los mismos que los que están detrás de las interacciones sociales humano-humano.

«Tratar a objetos y animales como seres humanos no es síntoma de estar perdiendo la cabeza. Los mecanismos psicológicos detrás de este tipo de comportamientos son los mismos que los que existen en las interacciones sociales entre humanos. Reconocer que otro ser puede tener una mente humana es un reflejo de la habilidad más espectacular de nuestro cerebro, no de la estupidez«, concluye.

Así pues, a partir de ahora no dejes que nadie te diga que estás perdiendo el juicio cada vez que hables con tu gato, tus plantas o con tu teléfono móvil. 

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