Muchos animales, como algunos pájaros y ardillas, esconden el alimento para comérselo después o para pasa el invierno, enterrándolo o camuflándolo bajo tierra o en la corteza de los árboles a modo de improvisada despensa natural.
Pero cuando las cosas empiezan mal, acaban mal. Y por muy buena idea que le haya podido parecer, a ninguna otra ardilla se le ocurriría esconder una bellota enterrándola en… la barriga de un perro. Y es que a pesar de ser el peor escondite que ha podido encontrar, el perro no parece enfadarse y prefiere mirarla impasible, sin hacer absolutamente nada hasta que la ardilla desiste.