No nos cansamos de decirlo, los zoológicos, circos de animales y delfinarios son cárceles maquilladas de parques de de diversión para los humanos.
La mayoría de las veces solo vemos la parte bonita (si es que la hay) de estos recintos. En realidad, si nos paramos a pensar solo un minuto, nos daremos cuenta de que sus «huéspedes» son animales salvajes arrancados de su hábitat natural, privados de libertad y, en muchos casos, obligados a realizar estúpidos números circenses para deleite del público.
La historia de Fifi la osa, es, desgraciadamente, como la de muchos otros animales. Hace 30 años, cuando apenas era una cachorra, fue llevada a un zoológico de Pensylvania.
Durante casi 10 años fue obligada a representar diversos números ridículos dentro de un espectáculo para entretener a los visitantes.
Hace 20 años el zoológico cerró sus puertas y Fifi fue encerrada en una jaula a la espera de un destino mejor. Pero nadie se hizo realmente responsable de ella y en la misma jaula llevaba encerrada ya más de 30 años.
En julio de 2015, gracias a Peta y a Wild Animal Sanctuary, Fifi fue rescatada de esta tortura totalmente innecesaria y puesta en libertad dentro de la reserva natural que se encuentra en las Rocky Mountain, Colorado.
5 meses después de su puesta en libertad, el cambio de la osa es espectacular. Por primera vez en su vida, ha sabido lo que es hibernar o correr por el bosque. Con un aspecto mucho más saludable y una felicidad evidente, Fifi ya no tendrá que ver pasar los días detrás de unas sucias y oxidadas rejas.
Pero el caso de Fifi no es el único, cada día miles de animales son torturados y expuestos en zoológicos y circos. Aquí son «educados» y amaestrados, la mayoría de las veces utilizando técnicas de sumisión bastante violentas, con el único fin de conseguir dinero por esto. Digamos no a esta barbarie. Un oso, un lobo o un tigre han nacido para estar en libertad, no para vivir entre rejas.
Fuente: PETA, Artículo por La voz del muro
