La semana pasada vimos las nefastas consecuencias que podrían tener lugar si durmiésemos con el teléfono móvil debajo de la almohada, pero recientemente los medios de comunicación estadounidenses se han hecho eco de otra sobrecogedora noticia, que advierte del peligro al que podríamos quedar expuestos por hacer un mal uso de esta tecnología.
Jackie Fedro, residente en Highland Park, muy cerca de Chicago (Estados Unidos), decidió que su hija Gabbie, de 13 años, ya era lo suficientemente mayor como para tener su propio teléfono móvil. A principios de este año le regalaron el modelo d500 de la marca LG, contratado con la compañía T-mobile, con la intención de poder contactar con ella siempre que fuera necesario.
Sin embargo, una semana después de haber recibido el regalo, Jackie escuchó gritar a su hija efusivamente desde su cuarto:
«Bajó corriendo las escaleras agarrándose el cuello. Sentía tanto dolor que no dejaba de gritar«, cuenta su madre, quien aseguró sentirse impotente porque no sabía lo que había sucedido.
«Ver a tus hijos gritar de dolor y no saber qué hacer para ayudarlos es la peor sensación del mundo para una madre. Le costó 5 minutos calmarse hasta que fue capaz de contar lo que había sucedido«, puntualizó Jackie.
«Ha sufrido quemaduras de segundo grado muy dolorosas en el cuello que seguramente le dejarán cicatriz«, cuenta Jackie, quien también dijo que su hija llevaba un collar metálico de la marca de joyería Claire’s en ese momento.
La mayoría de estas lesiones provienen de las baterías de iones o litio por el sobrecalentamiento del teléfono, que hace que estas puedan salir ardiendo o incluso explotar. «Los mayores factores de riesgo circundan en la compra de cargadores o baterías de otras marcas«, explicó Wolfson.
Vía: Buzzfeed