Una prisión, una cama, 14 días y una cuchara. Así arreglaban las discusiones de pareja en el s.XVI

Publicado 22 octubre, 2015 por Joaquín M.C.
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Pueblo de Biertan, en medio vemos el edificio de la iglesia.

Pueblo de Biertan, en medio vemos el edificio de la iglesia.

Transilvania es mundialmente conocida por ser el lugar donde se encuentra la residencia del conde Drácula. El vampiro más famosos de todos los tiempos y cuya historia se encuentra ligeramente basada en la vida de Vlad el empalador, Un conde rumano que era conocido por su extremo sadismo y crueldad.

Este hombre vivió a mediados del siglo XV en Transilvania y es considerado un héroe nacional. Casualmente, durante esa misma época fue construida cerca de sus dominios la iglesia fortificada de Biertan. Esta iglesia, de estilo gótico, es famosa por ser una de las más grandes del mundo y fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1993.

Como muchas de las iglesias fortificadas de la época, albergaba dentro de sus murallas no solo el edificio principal de la capilla, sino otra serie de estancias como un mausoleo, el ayuntamiento, campanario y la más curiosa y extraña de todas, la llamada Prisión Matrimonial.

¿Para que servía la «Prisión Matrimonial»?

Así era por dentro la prisión matrimonial

Así era por dentro la prisión matrimonial

Este curioso «edificio» es único en el mundo, y las prácticas que se llevaban en su interior podríamos considerarlas cómo las primeras terapias de pareja de la historia.

El divorcio era visto como un acto casi inmoral hasta mediados del siglo XIX. Existía cierta libertad para llevarlo a cabo en tierras transilvanas, pero solo podía autorizarlo un obispo. Ante esta posibilidad, y dadas las circunstancias, el primer concilio episcopal luterano evangélico de la ciudad de Viertan decidió, a mediados del siglo XVI, inventar un sistema para disuadir a las parejas de llevar a cabo la ruptura del matrimonio.

Este método consistía en encerrar a la pareja con problemas conyugales en una especie de prisión -de ahí el nombre de prisión matrimonial- durante 2 semanas. En este pequeño espacio tan solo disponían de una cama, una almohada, una silla, una mesa, una cuchara, pan y agua. La idea de los religiosos era que la pareja se viese en la obligación de compartirlo todo. De este modo volverían a sentirse unidos y la llama del amor resurgiría, evitando así el divorcio.

Y así es por fuera a día de hoy

Y así es por fuera a día de hoy

Así contado no parece que sea un método muy eficaz la verdad, pero dice la leyenda, que durante los 300 años que se llevó a cabo dicha practica, tan solo una pareja mantuvo su idea de seguir adelante con su divorcio.

Haciendo honor a la verdad, aunque es cierto que esta praxis se llevaba a cabo, es cierto que no era lo habitual. Y no, no es porque los clérigos de la época no quisieran ponerla en práctica. No se llevaba a cabo más veces, simple y llanamente, porque la vergüenza ante este acto era tal, que la mayoría de las parejas preferían solucionar sus problemas en casa, antes de llegar al extremo de ser encerradas en la prisión marital, con el consiguiente escarnio público que esto conllevaba después.

Ya en el siglo XIX dejó de seguirse esta costumbre y quien quiso divorciarse se ahorraba el paso por dicha estancia. Los divorcios no aumentaron escandalosamente, ya que seguía viéndose un acto igual de inmoral y pecaminoso.

Fuente: Your guide in Transilvania, rumor,Wikipedia, Romania, Triptoromania

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