Las ventanas de vino: una idea de los tiempos de la peste que regresa con el coronavirus

Publicado 13 agosto, 2020 por Alberto Díaz - Pinto
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Las ventanas del vino son una tradición pintoresca, con una historia muy oscura detrás.

Hace siglos, la peste bubónica, también conocida como Peste Negra, arrasó Europa matando a un tercio de la población de aquel momento. Originaria de Asia, la enfermedad llegó a Italia a finales de la Edad Media y, desde allí, pronto se extendió hacia el norte.

En aquellos días, y al igual que muchos actualmente, los italianos medievales recurrían a las bebidas fuertes para paliar los problemas de la pandemia que les tocó vivir. Así fue como estas ventanas o, en italiano, buchette del vino, se pusieron de moda.

Una tradición medieval ideada para mantener la distancia social

Las ventanas del vino eran tal como describe su propio nombre: escotillas, no mucho más grandes que una pinta, talladas en las paredes de las bodegas y tiendas urbanas, donde los comerciantes de bebidas servían tragos a una distancia social segura.

Introducidas por primera vez en la Florencia del siglo XVII, su verdadero propósito estuvo sin explotar siglos después de la plaga, es decir, hasta que apareció uno nuevo este año.

«Todo el mundo ha estado confinado en casa durante 2 meses, hasta que el gobierno permitió una desescalada gradual«, podemos leer en la web de Wine Window Association. «Durante ese tiempo, algunos propietarios florentinos reabrieron sus ventanas de vino para dispensar vino, cafés, bebidas, sándwiches o helados. ¡Todo sin gérmenes, sin contacto!»

«Queremos poner una placa junto a todas las ventanas, ya que la gente tiende a respetar más cuando entienden lo que son y su historia«, explica Matteo Flagia, presidente de la Asociación de la Ventana del Vino. «En aquella época, la gente podía tocar estas pequeñas ventanas de madera y recargar sus botellas de vino vacías de Antinori, Frescobaldi y Ricasoli, que todavía producen algunos de los vinos más famosos de Italia en la actualidad«.

En cuanto a la forma de pago, los comerciantes pasaban una pequeña bandeja metálica al cliente, para que depositase ahí las monedas. Después de cada uso, el productor de vino las desinfectaba con vinagre.

De este modo, se restringía el contacto humano al mínimo. De ahí que estas ventanas se hicieran tan populares no solo en Florencia, sino en toda la región de la Toscana. No obstante, su uso fue extinguiéndose poco a poco, perdiéndose muchas de ellas con las inundaciones de 1966.

Un nuevo resurgir tras la pandemia por COVID-19

La fuerte oleada de contagios en Italia durante la pandemia por coronavirus ha reavivado, al menos en parte, esta histórica tradición.

Hoy, durante nuestro período de bloqueo por la pandemia de COVID-19, los propietarios de la heladería Vivolila, en la Via dell’Isola delle Stinche de Florencia, han reactivado su ventana para dispensar café y helado, aunque no vino«, explican desde la Asociación de la Ventana del Vino.

Otras dos ventanas cercanas, la de la Osteria delle Brache, en Piazza Peruzzi, y la de Babae, en Piazza Santo Spirito, nos han hecho retroceder en el tiempo al ser utilizadas para su propósito original: la venta de vino socialmente distante«, matizan.

Recordemos que Italia se vio muy afectada por el virus, sumando más de 35.000 fallecidos según la OMS. A pesar de la tragedia, el mundo ha sido testigo de la cultura y la camaradería que probablemente ayudaron al país a superar la epidemia medieval.

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