Desde comienzos de la pandemia, hemos oído toda clase de supuestos con respecto al uso de mascarillas, a veces incluso rozando lo absurdo.
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones suscitadas es si el uso prolongado de las mismas puede llegar a hacer mella en nuestra salud. Hoy despejaremos estas incógnitas, apoyándonos en los últimos estudios científicos respecto al tema.
También hablaremos de uno de los mitos que se ha viralizado a través de las redes sociales, y que ha hecho cundir el pánico entre miles de usuarios. Del mismo modo, aportaremos soluciones para evitar todos estos problemas.
Así pues, lee con atención, especialmente si vienes notando que tu mascarilla te está dando algún que otro dolor de cabeza. Comencemos:
Acné, eczema, picores o irritación
Las mascarillas crean un ambiente oclusivo que aumenta la cantidad de humedad en la zona cubierta. Sin embargo, esto no debe ser motivo de preocupación cuando usamos las mascarillas por períodos cortos de tiempo, como cuando vamos a hacer la compra. Pero cuando irremediablemente debemos usarlas durante horas, este exceso de humedad puede provocar brotes e irritación de la piel, concretamente en la zona del puente nasal, el mentón o las mejillas.
Si existen antecedentes de acné, piel rosácea, dermatitis perioral, eccema o dermatitis alérgica por contacto, es posible que la afección empeore con el uso prolongado de mascarillas.
Además de seleccionar la mascarilla adecuada, lo más importante para prevenir posibles brotes e irritación en la piel es mantener la piel limpia y bien hidratada. Para ello, debemos limpiar nuestro rostro antes y después de usar la mascarilla, con un limpiador no-comedogénico (que no obstruye los poros de la piel) de un pH equilibrado, para eliminar la grasa, suciedad, restos de maquillaje y, cómo no, también las bacterias. Después deberíamos usar un humectante suave, sin fragancia y no-comedogénico.
Ni qué decir tiene que mantener la mascarilla siempre limpia también ayudará a que nuestra piel se mantenga sana.
Aumento del ritmo cardíaco
Los resultados arrojados por este estudio son bastante reveladores en cuanto a este tema. Al parecer, los científicos implicados descubrieron que «la frecuencia cardíaca, el microclima (temperatura, humedad) y las calificaciones subjetivas se vieron significativamente influenciadas por el uso de diferentes tipos de mascarillas«, afirma.
Los expertos observaron diferencias significativas entre las mascarillas N95 y mascarillas quirúrgicas. La frecuencia cardíaca media, la temperatura del microclima, la humedad y la temperatura de la piel dentro de la mascarilla, junto con la humedad percibida, el calor, la resistencia a la respiración en la mascarilla y la picazón, fatiga y malestar general, eran significativamente más altas para las mascarillas N95 que para las quirúrgicas.
Después de todo, la escasez de oxígeno estimula el sistema nervioso simpático y aumenta la frecuencia cardíaca. Es por eso que algunos de los sujetos que se sometieron al estudio, y al uso prolongado de mascarillas, se sintieran en mal estado, fatigados y con malestar general.
Así pues, si sintiéramos alguno de estos síntomas con las N95, lo más recomendable es usar mascarillas quirúrgicas. La diferencia en la eficiencia de filtración de partículas solo varía en un 1% de una a otra, por lo que estaremos prácticamente igual de protegidos.
El Efecto Peltzman
Quizá hayáis oído hablar de él, pero no sepáis qué es. Bien, el Efecto Peltzman sugiere que la introducción de una medida de seguridad, como los cinturones de seguridad del coche, puede conducir a otras conductas de riesgo compensatorio, como el exceso de velocidad.
En el contexto de la pandemia por coronavirus, el Efecto Peltzman puede traducirse de la siguiente manera. El uso de mascarillas puede hacer que la gente se sienta más segura y, por tanto, descuide otros comportamientos protectores que sabemos que son efectivos. Por ejemplo, el distanciamiento social y el lavado regular de manos.
Así, saltarnos estas medidas de prevención por sentirnos más seguros en la calle al llevar mascarilla, podrían ponernos igualmente en peligro de contagio. Por tanto, no debemos bajar la guardia en ningún momento.
Mito: ¿las mascarillas causan infección por hongos?
Una publicación de Facebook afirma que las personas están acudiendo a urgencias debido a infecciones pulmonares por hongos causadas por el uso de mascarillas destinadas a prevenir del COVID-19. Algo que, según los expertos, es rotundamente falso.
Lo que sí debemos hacer para evitar infecciones y otros problemas, es cambiar de mascarilla regularmente, cuando sean desechables. Si, por el contrario, son reutilizables, debemos lavarlas y, sobre todo, desinfectarlas debidamente. Debemos tener en cuenta que la parte que queda expuesta mientras estamos en la calle, podría contener virus. Así pues, de no desinfectarla con asiduidad, podríamos estar introduciéndolos en nuestra casa.
Las mascarillas de tela se pueden desinfectar en la lavadora con agua caliente y detergente común. Se puede agregar, además, lejía para asegurar una limpieza extra, pero no es necesario. Secar las mascarillas de tela es otro paso importante en el proceso de saneamiento. Así pues, una secadora de ropa, con el calor actuando como un elemento adicional para matar el virus, es la mejor opción.
