Su nombre completo era Ludwig van Beethoven, pero el mundo lo conoció como Beethoven, un gran compositor, director de orquesta y pianista. Pero lo que muchos no conocen, es que no fue por iniciativa propia convertirse en todo lo que fue y es recordado hoy en día.
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Su padre lo obligó a ser músico
Con el anhelo de ver a su hijo transformado en un pequeño genio, como Mozart en ese tiempo, el padre de Beethoven, quien tenía problemas con el consumo de alcohol, comenzó a enseñarle piano, órgano y clarinete, de una forma casi obsesiva.
A la edad de 6 años, Beethoven se presentó por primera vez ante un público avasallante. Luego siguieron las clases con más y más profesores, lo que dio resultados significativos en su crecimiento musical.
No aprendió a multiplicar ni dividir
Sin embargo, su progreso académico se vio frustrado por la inestabilidad económica de su hogar. Tuvo que dejar la escuela desde muy temprana edad para ganar dinero, por lo que las tablas de multiplicar y dividir fueron ajenas a él. Nunca las aprendió.
Fue muy enfermizo
Luego, las enfermedades se hicieron presentes. Reumatismo, infecciones, hepatitis crónica, entre otras. También comenzó a tener problemas con su audición, desde muy joven. A medida que pasaban el tiempo, iba empeorando. ¿El resultado? En los últimos diez años de su vida, se le consideraba una persona prácticamente sorda.
Su música evolucionó al quedarse sordo
Esto no solo cambió su vida, sino su música y composiciones. Según la información del portal web The Bmj, se analizaron etapas de la carrera musical en relación a la evolución de su sordera. El resultado fue que Beethoven generaba composiciones que él pudiera escuchar, con notas bajas y medias.
Cuando ya el problema de audición fue total, sus creaciones musicales volvieron a ser más fuertes como en sus inicios, cuando podía escuchar perfectamente.
Así cambiaron las composiciones de Beethoven
Antes de la sordera:
De las piezas más recordadas y conocidas de Beethoven está la Quinta Sinfonía. Su composición se realizó durante la mitad de ese periodo de sordera.
Después de la sordera:
A pesar que su afección auditiva ya estaba completa, la Novena Sinfonía fue una magistral composición.
Le llamaban “El Español”
Aunque Ludwig van Beethoven nació en Boon, Alemania, en el año 1770, también se le conoció con otro gentilicio gracias a su abuela materna, María Josefa Poll, de procedencia española. Esto reafirma el interés del músico por España. Aquí algunos ejemplos: Se fijó en Egmont, héroe de la resistencia flamenca para dedicarle una obra, y en Sevilla transcurrió su única ópera denominada “Fidelio”.
Publicó su primera obra a los 24 años
“Tres tríos para piano, violín y violonchelo” fue el nombre de su primera obra, la cual publicó siendo tan solo un joven de 24 años. Esto le abrió paso a grandes conciertos, como el que efectúo en Viena interpretando sus mejores trabajos musicales.
“La Novena Sinfonía” es Patrimonio de la Humanidad
Esta pieza determinó un antes y un después en la vida de Beethoven, pues su crecimiento musical y la sordera dio como resultado una composición que inspiró un profundo análisis musical, llegando a considerarse como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El encuentro misterioso con Mozart
Aunque no hay registros auténticos de este emblemático momento, cuentan algunas historias que Beethoven se topó con Mozart cuando visitó Austria a sus 17 años. Para el encuentro, afirman que Mozart comentó lo siguiente sobre el músico alemán: “Recuerden su nombre, este joven dará qué hablar al mundo”. Lo cierto es que sus palabras, tenían toda la verdad.
Batalla legal por su sobrino
Tras la muerte de su hermano Kaspar Karl, Beethoven decidió quedarse con su sobrino Karl, de 9 años, aún y cuando su cuñada no estaba de acuerdo. Fueron varios años de pelea judicial que al final, dieron su fruto. Aprovechó para guiarlo por el camino musical, pero en la sangre del pequeño no se hallaba esa pasión.
Sus últimas palabras
“¡Potencias hostiles, os desafío!, ¡Marchaos! ¡Dios está conmigo!” fueron las últimas palabras del músico de 56 años antes de morir, en compañía de un admirador incondicional, Anselm Hüttenbrenner, su cuñada y hermano Nikolaus Johann. Aunque se desconocen las causas de su muerte, el 26 de marzo de 1827 en Viena, el mundo despidió a más que un músico.
