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El día en el que el techo de un avión explotó a 7 mil metros de altitud

En la actualidad el medio de transporte más seguro del mundo, son los aviones. La cantidad de aeropuertos, aerolíneas y vuelos comerciales o de carga aumentan considerablemente, lo que quiere decir que las personas se están acostumbrando a ese estilo de vida y viaje por las ventajas que ofrece.

No obstante, nada ni nadie puede evitar los accidentes. Aunque rara vez ocurren, los accidentes en avión suelen suceden y en ocasiones, llegan a ser fatales. Un caso bastante sonado en aquel entonces e incluso a la fecha sigue siendo mencionado es el de el vuelo 243 de Aloha Airlines.

Un Boeing 737-200 de Aloha Airlines, similar al avión accidentado.
/ Clint Groves

Con un modelo Boeing 737, bastante económico y de menor costo operativo. La aeronave ya había sido utilizada por la empresa, habían hecho casi 90.000 ciclos de vuelo, en pocas palabras, el avión ya había despegado y aterrizado esa cantidad de veces.

El 28 de abril de 1988, con 89 pasajeros y 5 tripulantes a bordo, el vuelo 243 volaba del Aeropuerto Internacional de Hilo a Honolulu, Hawái. El equipo de inspección checó que todo estuviera con la nave pero no encontraron nada fuera de lugar o que pudiera indicar posibles fallas.

Ruta del Aloha Airlines vuelo 243/ Google Maps

El clima era perfecto, no había ningún fenómeno meteorológico durante el tiempo de vuelo, por lo que todo empezó bien. La altitud alcanzada al inicio fue de 24 mil pies, la esperada.

Durante el crucero todo comenzó a fallar, una parte de la cabina en la sección de primera clase se rompió, por lo que el avión experimentó una descomprensión explosiva. En el accidente, falleció solo una persona, la sobrecargo Clarabelle Lansing, quien estaba atendiendo el servicio y por eso salió expulsada.

La tripulación del vuelo 243. De izquierda a derecha, el capitán Bob Schornstheimer, la primera oficial Mimi Tompkins, las azafatas Jane Sato-Tomita y Michelle Honda; recuadro: CB Lansing. (Maui 24/7 y Honolulu Star-Advertiser)

Casi 6 metros del avión quedaron al descubierto, pero por alguna extraña razón nadie más tuvo un trágico final, al contrario, gracias a que todos los pasajeros llevaban puestos los cinturones de seguridad pudieron estar a salvo de salir volando por el cielo.

Al momento de pasar esto, el capitán Robert L. Schornstheimer tomó los controles del avión, redujo la velocidad e inició un descenso inmediato a una velocidad de entre 280 y 290 nudos (519-537 kilómetros por hora). La velocidad de descenso alcanzó casi los 21 metros por segundo, mientras se aproximaban al aeropuerto más cercano, el de Kahalui.

Pero al parecer, los vuelos anteriores y la presión en este, causó que el motor 1 fallara, sin embargo y en contra de cualquier pronóstico esperanzador, el capitán logró aterrizar después de 10 minutos del accidente donde Clarabelle perdió la vida. Su cuerpo nunca pudo ser recuperado.

(Anunciante estrella de Honolulu)

65 personas resultaron con algún tipo de heridas y solo 8 estuvieron hospitalizadas por gravedad. La aeronave fue declarada como pérdida total. Los encargados del caso concluyeron que fue por fatiga del metal debido a la gran cantidad de ciclos.

Luego de las fallas del vuelo por la falta de mantenimiento, muchas empresas comenzaron a tomar medidas más estrictas al respecto y ahora el control de seguridad de los vuelos y las aeronaves son monitoreadas con mayor atención.

Este artículo fue modificado el 6 abril, 2022 11:49 pm

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