Llega el verano y con el las bebidas frías y refrescantes, un aliado fundamental para cualquiera que sufra bajo el calor sofocante de estas épocas.
Entre las más populares se encuentran los refrescos: Dulces, burbujeantes y en grandes cantidades.
Pero ¿pueden estas bebidas ser más nocivas para la salud de lo que creemos?
Un estudio reciente sugiere que existe la posibilidad de que las bebidas carbonatadas sean responsables de la aparición de cáncer en algunas personas.
Bebidas carbonatadas y azúcar
El estudio se centra principalmente en las bebidas con alto contenido de azúcares (en el caso de este estudio, aquellas que contenían más de un 5% de azúcar en su composición). ¿Por que es importante esta clasificación?
El informe sugiere que la aparición de cáncer puede estar relacionada con los niveles de azúcar en sangre, y estos a su vez guardan una alta correlación con el consumo de refrescos o bebidas azucaradas. Este dato no es nuevo, dado que los refrescos se marcan a menudo como uno de los alimentos que más contribuyen a la obesidad y a desequilibrios nutricionales.
En este sentido, dichas bebidas caen en el mismo saco que la comida ultraprocesada: No aportan nutrientes esenciales y sin embargo contribuyen a una multitud de problemas de salud, como la diabetes.
¿Las bebidas carbonatadas producen cáncer?
Cuando hablamos de cáncer, hablamos de probabilidades. Sería injusto decir que las bebidas carbonatadas causan cáncer de forma directa, pero lo cierto es que su consumo sí que contribuye al riesgo de cáncer. Ahora bien ¿cómo de determinante es el consumo de bebidas carbonatadas en este riesgo?
Según el estudio, los números son proporcionales. Para hacernos una idea, el consumo de dos latas semanales de bebidas carbonatadas podría aumentar el riesgo de cáncer en un 18%.
Puede que no nos parezca mucho, pero en verano el consumo de refrescos se dispara y para muchos de nosotros puede superar con facilidad esas dos latas semanales de las que hablamos. A menudo no es una locura hablar de el doble de esa cantidad, sobretodo a través de la mezcla con bebidas alcohólicas en el caso de los más jóvenes.
¿Cuáles son las causas?
Esta es la parte más difícil de determinar, y además es crucial para entender el estudio.
La relación entre las bebidas gaseosas y el cáncer es obvia, pero siempre es complicado afirmar algo al cien por cien y en la ciencia esto es doblemente cierto. No solo no se puede confirmar totalmente que el consumo de refrescos esté directamente relacionado con el cáncer, sino que sus causas solo pueden teorizarse, dado que averiguarlas no era la intención inicial del estudio.
Algunos científicos sugieren que las personas que suelen consumir grandes cantidades de bebidas gaseosas también tienen tendencia a hábitos de salud poco saludables como el sedentarismo, la mala alimentación o incluso alcoholismo o tabaquismo. Con todos estos factores es difícil deducir qué parte del riesgo de cáncer corresponde a las bebidas gaseosas, y que parte se debe a otro tipo de hábitos.
Esta es una de la principales razones por las que el estudio no puede aportar declaraciones determinantes en este tema.
La obesidad también influye en el riesgo de cáncer, pero el estudio revela que no todos los factores se pueden asociar a la obesidad y que por tanto debe haber otros motivos por los que las bebidas gaseosas contribuyan a este riesgo. Muchos sugieren que se debe a conservantes, potenciadores de sabor, colorantes u otros aditivos que ya se han asociado con enfermedades graves previamente.
Pero una cosa está clara: Las bebidas gaseosas no son especialmente beneficiosas para nuestra salud, y aunque no queramos prescindir de ellas completamente, optar por agua o zumos naturales de vez en cuando puede mejorar muchos aspectos de nuestra salud.
