Estudio sobre el loro africano sorprende a los investigadores al ver que el ave ayuda a sus semejantes de manera altruista

Publicado 18 enero, 2020 por Javier Escribano
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Es bien sabido que el loro es uno de los animales más inteligentes. Sus capacidades cognitivas y adaptativas se han estudiado en profundidad en muchos experimentos y pruebas, con resultados sorprendentes. Casi ninguna especie, exceptuando a los delfines y los grandes primates, llegan a su nivel. Sin embargo, los loros sobresalen en algo en lo que estos otros animales se quedan cortos: la cooperación y la ayuda desinteresada.

Un estudio realizado por el instituto de ornitología alemán Max Planck, en colaboración con el Loro Parque de Tenerife, ha demostrado hasta qué punto los loros (concretamente, el loro gris africano) están dispuestos a ayudar a sus congéneres a conseguir recompensas, incluso si ellos mismos se quedan sin nada. «Descubrimos que los loros  voluntariamente y espontáneamente ayudan a otros loros a conseguir un objetivo, sin un beneficio inmediato y evidente para ellos.», afirma Desirée Brucks, una de las científicas tras el estudio.

En el experimento, dos loros están en jaulas transparentes contiguas, con una abertura al exterior y otro a la jaula de su compañero. Primero aprenden que si entregan a los examinadores una ficha metálica, recibirán comida. ¿Pero qué pasa si retiramos a uno de los loros las fichas, y tapamos el agujero de la jaula del otro?

El loro que tiene las fichas pero no puede entregárselas al examinador no dudó en pasar las fichas a su compañero, quien después se las entregó al examinador a cambio de comida. La acción del primer loro permitió que el segundo recibiera su premio.

A pesar de su generosidad, el primer loro se quedó sin premio, algo que no pareció importarle, lo que demuestra que los loros no sienten envidia ni nada parecido, algo que no ocurre con otras especies animales. Y sí, estaba al tanto de lo que pasaba: cuando los examinadores cerraron la abertura al exterior del segundo loro, el primero no se molestó en pasarle las fichas, pues sabía que no conseguiría hacer nada con ellas. También se descubrió que, aunque colaboraran con cualquier ejemplar, tenían más inclinación a ayudar a aquellos loros que ya se conocían entre ellos.

Experimentos sucesivos siguieron demostrando su reciprocidad. Se les entregaron dos tipos de fichas: con una solo conseguían recompensa ellos mismos, con la otra, ambos conseguían recompensa. Tras darse cuenta, los loros siempre entregaban la segunda ficha, para que así ambos pudieran beneficiarse, incluso si el otro loro no había hecho nada para ganárselo.

 

Los loros, emparejados de por vida

Un tercer experimento volvió a confirmar que los loros no sienten envidia si uno de los loros recibe más recompensa por el mismo trabajo. «Al principio, esto nos sorprendió, ya que el ‘sentido de la justicia’ está considerado un requisito para la evolución de cooperación». Auguste von Bayern, uno de los científicos, explica que la capacidad de detectar que alguien hace trampas y reaccionar para conseguir un trato más justo contribuye a mejorar la cooperación entre individuos. Está demostrado que otros animales, como primates, se enfadarán y hasta boicotearán el experimento si consideran que es injusto.

Sin embargo, la explicación a este comportamiento más relajado de los loros radica en su comportamiento. Los loros, al contrario que los primates, se emparejan de por vida, por lo que no importa tanto si uno de los dos, en alguna ocasión, tiene más suerte que el otro. «Lo que cuenta es que juntos funcionan como una unidad que puede conseguir mucho más que cada uno por separado. Esto probablemente explica por qué los loros son mucho más tolerantes con un tratamiento desigual que especies que no son monógamas, aún a pesar de ser excelentes cooperadores.», explica von Bayern.

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