Lo primero que enamoró a Angie y su marido de su casa fue el techo alto del recibidor, una excelente carta de presentación para un duplex de dos dormitorios, dos baños, cocina y salón. Era la casa perfecta.
Los años pasaron y llegó su primera hija y, aunque siempre tuvieron esto en cuenta, los juguetes de su hija empezaron a invadirlo todo. La habitación de la niña, la cocina y el salón… ahora era imposible recibir visitas o moverse con tranquilidad. La casa se había quedado pequeña.
Con los precios por las nubes y una hipoteca cómoda, mudarse no era una opción. ¿Serían capaces de encontrar una solución? Quizás ese techo tan alto pudiera ser su salvación.
A pesar de tener ahora un recibidor convencional, la familia está contentísima con el nuevo espacio y, la construcción ha sido tan bien planificada, que permite desmontar el techo en caso de que fuera necesario o un futuro comprador prefiriera tener techos altos.