Con el paso del tiempo, las obras de arte irremediablemente cambian. Al igual que los colores de una obra pictórica se desvanecen y el lenguaje de una novela se queda obsoleto, hay obras que fueron pensadas para que el tiempo siguiera dándoles forma.
Un ejemplo maravilloso es el del pintor y escultor italiano Giuseppe Penone. En 1968, el artista realizó una réplica de su antebrazo en bronce y la colocó agarrando un árbol de Dallas, Texas.
A medida que el árbol crecía, la obra iba evolucionando. Ahora, casi 50 años después, se ha convertido en una pieza impresionante:
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Este artículo fue modificado el 27 agosto, 2019 5:52 pm