Esperar tu primer hijo es un momento muy especial, pero tras el segundo la cosa cambia. No es que no te llene de ilusión volver a tener y críar un nuevo bebé, eso te encanta. Son las nauseas, las molestias y los dolores los que parecen pesar más que antes.
Por si fuera poco, tu primogénito no va a entender que ahora debes repartir tu atención con su hermanito. Al contrario, continuará con sus propias exigencias y necesidades.
Biberones, comidas, lavadoras, paseos, noches sin dormir y tus pequeños monstruitos, te obligarán a ser cada vez más práctico e imaginativo, cambiando tu vida en torno a ellos.
Como esta madre de tres hijos que, con grandes dosis de humor, explica cómo han cambiado sus experiencias después de cada embarazo.
Primer bebé: Comienzas a usar ropa premamá tan pronto como tu ginecólogo confirma el embarazo.
Segundo: Procuras usar tu ropa habitual hasta que tu tripa te lo impide.
Tercero: Tu ropa habitual y la premamá son la misma a cosa.
Primer bebé: Ensayas la respiración religiosamente y no te pierdes una clase.
Segundo: No te molestas en practicar, ya que en tu primer parto no te sirvió.
Tercero: Pides la epidural en tu octavo mes de embarazo y se lo dejas claro a todos tus médicos.
Primer bebé: Prelavas las prendas con cuidado para evitar productos químicos de las fábricas, combinas los colores según el sexo, y doblas ordenadamente y con esmero la ropa de tu recién nacido.
Segundo: Te cuidas de elegir los tejidos más resistentes a las manchas y de que la ropa esté limpia con un poco de suavizante extra.
Tercero: Los niños pueden vestir de rosa, y no tienen memoria para recordar si sus conjuntos son heredados.
Primer bebé: A la primera señal de angustia o lamento, acunas a tu bebé en el regazo hasta que cumple 2 años.
Segundo: Solo acunas al bebé cuando su llanto amenaza con despertar a tu primer hijo.
Tercero: Enseñas a tu primer hijo a mecer la cuna hasta que se le canse el brazo.
Primer bebé: Si el chupete cae en el suelo, se lo retiras hasta que puedas llegar a casa y esterilizarlo. Llevas 5 chupetes por seguridad.
Segundo: Un grifo y algo de jabon inócuo, ¡y listo!
Tercero: Cuando el chupete cae en el suelo, un chorro de agua desde el biberón o un botella es suficiente para acabar con todos los gérmenes que existen en el mundo.
¿Cómo cambía tu vida después del primer, segundo y tercer hijo?
Fuente: wimp.com Traducción y adaptación Lavozdelmuro.net