Las teorías genéticas lo negaron durante mucho tiempo, pero ahora se ha descubierto que los espermatozoides transmiten a los hijos información sobre los kilos que le sobran al padre. Todo parece indicar que se debe tener más cuidado de lo que se pensaba a la hora de aumentar la familia.
Te explicamos por qué los hombres deben revisar sus hábitos si quieren que sus descendientes no cometan los mismos errores:
Una universidad sueca realizó un estudio demostrando que los espermatozoides se ven modificados por el físico de cada sujeto. Si la persona es gorda o delgada, su aspecto se verá reflejado en el ADN.
Hablamos sobre todo de información relacionada con el control del cerebro y el apetito. A estos datos se les llama «marca epigenética».
Los investigadores se han centrado, principalmente, en trabajar con perfiles obesos, pero los resultados son aplicables a todo tipo de personas. Y es que la «herencia de los hábitos adquiridos», como se le suele llamar, afecta a todos los hombres.
La investigación se basa en un análisis del «perfil epigenómico» de cada persona. De esta forma se detecta que tipo de datos se han añadido al ADN y son transmitidos a la siguiente generación.
Pero no te preocupes si has estado gordo en el pasado o has tenido algún tipo de problema alimenticio, las «marcas» informativas responden siempre a las circunstancias actuales. Si tienes una buena salud, en el momento de la fecundación, ese será el legado que transmitas a tus hijos.
Romain Barrès, uno de los autores principales del trabajo, sostiene que los resultados podrían ayudar a mejorar el comportamiento de los hombres antes de la concepción.
No sólo tendría que guardar precauciones la mujer, la misma atención debería ser puesta por la parte masculina. Y no en los meses de embarazo, sino en el período anterior al comienzo del mismo.
Las causas habría que buscarlas en el proceso evolutivo del ser humano y en su historia. En tiempos de abundancia los niños tienden a ser más gordos, y en época de vacas flacas la tendencia es la contraria. Esta conclusión se extrajo de un acontecimiento histórico que empujó a los científicos en la buena dirección:
Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Holanda sufrió el peor invierno jamás registrado en el país. Las consecuencias del conflicto fueron muy complejas para los holandeses y se vieron privados de muchos suministros básicos.
Más de cuatro millones de personas padecieron la falta de alimentos y se calcula que perdieron la vida cerca de veinte mil.
Lo más importante es que los descendientes de las mujeres embarazas aquel invierno siguen hoy afectados por trastornos alimentarios, diabetes y enfermedades coronarias.
Gracias a lo sucedido durante aquellos duros meses, hoy sabemos algo más sobre la manera en que los espermatozoides transmiten información a nuestros hijos.
Este artículo fue modificado el 24 julio, 2020 9:12 am