En el año 2000, la OMS estimo que más de 171 millones de personas en el mundo son diabéticas, y lo que es peor, para el año 2030 serán al menos 370 millones. Una cifra extraordinariamente alta.
La mala alimentación y la creciente tasa de obesidad, así como el envejecimiento y el desgaste natural del cuerpo, parecen ser los culpables.
Existen diferentes tipos de diabetes, pero todos ellos presentan problemas para mantener un nivel de azúcar en la sangre saludable. Es entonces cuando el cuerpo comienza a resentirse y a lanzar algunas señales de advertencia que pueden hacernos sospechar de esta enfermedad.
Según los datos, las personas orinan una media de entre cuatro y siete veces al día dependiendo de la cantidad de liquido y deporte que hagamos. Al no poder asimilar la glucosa, las personas con diabetes, la expulsan por el sistema urinario lo que aumenta la frecuencia de micción.
2. Sed constante
La consecuencia de una mayor frecuencia de orina, es una sed terrible ya que nuestro organismo necesita reponer los líquidos que pierde.
La insulina transforma la glucosa en sangre en la energía necesaria para desarrollar nuestros procesos vitales. Sin embargo, con la reducción de insulina en sangre que presentan los pacientes con diabetes, el cuerpo no consigue la fuerza que necesita y se cansa.
Consciente de que necesita energía, nuestro cerebro manda una señal de hambre, irónicamente por productos ricos en carbohidratos y azúcares, lo que provoca un círculo vicioso.
Ya hemos visto que el exceso de glucosa en sangre sin metabolizar es expulsado por la orina, sin embargo, si no se trata, puede afectar a otros órganos.
Así, la composición del humor vítreo de nuestros ojos cambia cuando padeces diabetes, lo que puede crear visión borrosa, daños en la retina y hasta ceguera permanente.
La glucosa disminuye la cantidad de oxígeno que la sangre transporta, lo que puede causar daño en los tejidos. Por esta razón, las heridas, cortes, rasguños y moretones tardarán más tiempo en sanar.
No solo problemas de cicatrización, la disminución de oxígeno también provoca entumecimiento en las manos y los pies. Una desagradable sensación que puede ir acompañada de dolor y quemazón.
Los altos niveles de glucosa pueden causar que las células de la piel se reproduzcan y se desprendan con mayor rapidez, creando manchas oscuras en pliegues de la piel como el cuello y las axilas.
Debido a que los pacientes con diabetes tienen dificultades para luchar contra las heridas e infecciones, son más propensos a sufrir de enfermedad periodontal, con inflamación y sangrado de las encías.
Encadenar varios casos de infección por levaduras y hongos, en una o varias partes de nuestro cuerpo, es un indicador de que podemos padecer algún tipo de diabetes.
La diabetes es una enfermedad relacionada, en muchos casos pero no todos, con la obesidad. Muchos pacientes reciben la perdida espontánea de peso como una bendición, pero si tus hábitos alimenticios no han variado, no deben ser tomados a la ligera.
La glucosa en sangre y la mayor frecuencia a la hora de orinar, puede provocar que perdamos calorías extra, pero al final es un reflejo de un problema médico y nutricional.
Recuerda, ninguno de estos síntomas constituye por si mismo y de forma puntual, una alerta médica. Pero de presentarse de forma frecuente, solos o combinados, y sin razón aparente, son un buen motivo para consultar a tu médico de cabecera.
Fuente: Diply.com, OMS, wikipedia
Este artículo fue modificado el 7 julio, 2019 12:11 pm
