A pesar de las certificaciones de seguridad, cuando una tecnología nueva irrumpe en el mercado es difícil aventurar cómo nos afectará a largo plazo. Una década después de la presentación del primer smartphone, así ha afectado este aparato a nuestras vidas.
Aunque los teléfonos móviles llevan con nosotros 25 años, su moderna evolución, los smartphones, fueron inventados hace 10 años. Ahora sirven para mucho más que para realizar llamadas y nuestra dependencia y horas de uso han aumentado exponencialmente.
Según datos de 2015, el 68% de los adultos estadounidenses posee un teléfono inteligente, el doble de personas que en el año 2011, una cifra récord en adopción y venta.
A nivel global, el 51% de los habitantes del planeta tiene un teléfono móvil y España lidera la cuota de adopción de esta tecnología. En concreto, en 2015 el 87% de la población española posee algún tipo de smartphone.
La respuesta corta es: no muy bien. Y es que en torno a esta tecnología han aparecido diversos problemas de salud y accidentalidad que nos afectan tanto física como psicológicamente.
Síndrome del ojo seco: Con un uso medio de 4,7 horas al día, al menos el 65% de los usuarios sufre este síndrome en distinta medida. Sus efectos incluyen falta de lágrima, visión borrosa, vista cansada, irritación y ojos rojos.
Problemas cervicales: Según los datos, cada vez llamamos menos por teléfono y escribimos y navegamos más. En consecuencia, miramos nuestras pantallas cada vez más y más tiempo, lo que termina dañando nuestras cervicales.
Dolor de manos: Dispositivos cada vez más grandes obligan a nuestras manos y pulgares ha realizar malabares. Con un uso prolongado del teléfono, los casos de inflamación del metatarso, deformación de las falanges y tendinitis se multipllican.
Dolor de espalda: Junto con los dolores cervicales, la actitud postural de nuestra espalda ha empeorado a consecuencia del uso de esta tecnología, sobre todo en jóvenes.
Migrañas y dolores de cabeza: Ordenador, tablet, televisión y móvil son el cuarteto perfecto de pantallas para un dolor de cabeza superlativo. Muy habitual en los consumidores de ocio multimedia.
Vibraciones fantasmas: Un efecto colateral poco dañino, pero real. El 90% de las personas sienten vibraciones fantasmas provenientes de sus móviles.
Insomnio y baja calidad del sueño: El 68% de las personas duermen junto a su móvil, y es frecuente que lo utilicen justo antes de dormir, lo que empeora en mucho la calidad de su descanso. Dormir mal incrementa el riesgo de padecer enfermedad mental, obesidad y diabetes.
Muerte: No directa, pero si provocada por el uso indebido de los teléfonos móviles. Y es que uno de cada cuatro accidentes de tráfico mortales son consecuencia de su mal uso.
Seguridad vs constante disponibilidad: El 17% de los usuarios cree que poseer un teléfono inteligente es conveniente y da seguridad. Pero al mismo tiempo, el 24% cree que lo peor es estar siempre disponible y no poder desconectar del trabajo.
Socialmente conectados vs falta de intimidad y aislamiento: El 82% de los usuarios usan el teléfono en sus interacciones personales, dañando la calidad de la conversación y la relación social con otras personas reales. El 23% lo utiliza en lugares públicos, solo para evitar interactuar con otros.
Alteraciones de la realidad: Un fenómeno realmente curioso. Cada día se suben a la red 1.8 mil millones de imágenes, la mayoría elegidas, retocadas y con un filtro maravilloso. Esto termina por crear una falsa percepción de la realidad que altera nuestros recuerdos.
Déficit de atención: Un pez puede fijar su atencion durante 9 segundos, según datos de 2016, los humanos solo 8 segundos mientras navegan por su smartphone.
Presión constante y sensación de urgencia: Estar continuamente conectados modifica nuestra percepción del tiempo y la importancia de las tareas, considerando urgente lo que en realidad no es importante.
Menos felicidad: Usar el teléfono con frecuencia disminuye nuestros niveles de felicidad.
Adicción: La respuesta de nuestros mensajes, así como el refuerzo positivos en forma de «Likes» de nuestras interacciones sociales, provoca una descarga de dopamina similar a la liberada por las drogas o el alcohol. Esta sensación engancha y nos hace correr riesgos absurdos en busca de la aprobación y el refuerzo de los demás.
Solo así se explica que el 74% de los conductores utilicen el móvil cuando conducen, a pesar de que el 9% de ellos creee que es una práctica muy peligrosa.
Dependencia: El 66% de los adultos tiene miedo a perder su teléfono, sufriendo ansiedad y pánico si se separan de ellos. Este desorden el conocido como nomofobia.
Problemas de imagen y autoestima: Los psicólogos tratan con mayor frecuencia a personas que no se sienten bien consigo mismas, porque desean parecerse a su yo virtual. Solo porque no se ven tan bellos, cool, inteligentes, brillantes, elegantes o sociales en su vida real, como supuestamente son en Intagram o Facebook.
Debido a que el ser humano ha adoptado esta tecnología de forma tan rápida y vertiginosa, los cambios sociales, físicos y psíquicos están siendo igualmente importantes.
Los últimos estudios demuestran que existe una relación directa y significativa entre el abuso de estos dispositivos y diversos problemas de salud, que cesan o mejoran si se deja de vivir dentro de sus pantallas.
Fuente: OOma.com