Los gatos y los niños tienen muchas cosas en común. A ambos hay que llevarles al médico de manera rutinaria, y para ambos esto es un evento estresante. En los dos casos, hay muchos trucos para hacer que las visitas al pediatra y al veterinario sean más amenas, pero las situaciones incómodas y divertidas están casi aseguradas en la mayor parte de las ocasiones. Como prueba de ello, todas las imágenes que circulan por Internet de bebés llorando delante del médico, y de gatos escondiéndose en el veterinario.
En esta ocasión, hemos decidido centrarnos en estos últimos. Los gatos pueden asustarse fácilmente en lugares desconocidos o estando rodeados de personas a las que no conocen. Por muy tranquilos que sean, la mayoría de ellos entran en pánico y pueden arañar, morder o intentar escaparse o esconderse en cualquier espacio que encuentren.
Poco a poco, el animal se irá acostumbrando a visitar a su doctor, pero hasta entonces protagonizará algunas escenas divertidas y memorables, más para quienes las presencien que para él mismo. El veterinario, al fin y al cabo, nunca les hará gracia a los gatos.